Desde pequeña he sentido demasiado y muy profundamente.

Podía percibir lo que nadie decía; las emociones tras las palabras, el dolor que permanecía en silencio. No lo entendía entonces, pero ya interpretaba la energía mucho antes de tener el lenguaje para ello.

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Durante mucho tiempo, intenté comprender el mundo a través de lo que veía. Pero siempre fue lo que no veía lo que me moldeó: lo no dicho, lo invisible, lo no resuelto.

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He superado el dolor, la angustia, la pérdida de identidad, despertares espirituales que me quebraron y me reconstruyeron. Y a través de todo esto, he aprendido que sanar no se trata de arreglarte. Se trata de recordar quién eras antes de que el mundo te dijera quién ser. Y desaprender quién no eres.

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Mi trabajo hoy tiene sus raíces en la presencia.

Guardo espacio para lo que es real, para lo que duele, para lo que está listo para cambiar, para las partes de TI que están cansadas de esconderse.

Ofrezco profundidad. Honestidad. Proceso.

Porque la verdadera transformación requiere coraje.

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Trabajo con personas que están dispuestas a trabajar por y para sí mismas.

Juntos, avanzamos a través de patrones ancestrales, bloqueos energéticos y capas emocionales, utilizando herramientas como constelaciones familiares, el Árbol de la Vida de la Cabalá, trabajo corporal-energético, visualizaciones y guía simbólica.

 

Y en algunas ocasiones, cuando el cliente lo requiere, ofrezco tatuajes conscientes como un ritual de cierre, una forma de marcar el cambio en la piel una vez que el alma ya lo hizo.

 

Este espacio es para aquellos que están dispuestos a llegar hasta el final.